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Un cacao con consciencia

Noticia
Un paso más hacia la igualdad y el antirracismo
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Chocolates blancos, negros, amargos, dulces. Postres, galletas, bebidas, helados, pasteles, granolas. Labiales, cremas humectantes, champús… La lista de productos que nos da la semilla de cacao es extensa, como extensos son sus beneficios, sus precios en los mercados internacionales y su historia. Existen registros de que hace más de 3.000 años los Olmecas lo cultivaban para bebidas y, posteriormente, con las culturas Mayas y Aztecas, su uso se amplió a diversas formas de alimentación y diferentes rituales. 

A Europa llegó en el siglo XVI y allí fue donde el cacao se endulzó, lo que marcó el comienzo de su evolución hacia un producto más atractivo. En 1828 se creó el proceso para extraer la manteca de cacao, en 1847 se realizó la primera tableta de chocolate sólido y en 1875 se realizó el primer chocolate con leche. Hoy, como sabemos, el cacao está presente en innumerables productos de la canasta familiar, y también hoy, como poco sabemos, sólo seis multinacionales cacaoteras controlan el 80% del mercado mundial.

Dada la importancia del producto y todo lo que implica su cadena de cultivo, secado, procesamiento, producción y venta, el chocolate que tienes en tus manos lo ha realizado de forma artesana Cacau Pastisseria: un comercio local de Olot que le sigue apostando a un comercio “consciente, próximo y crítico”, valores de los que sus propietarios siempre hacen referencia. Además, un comercio que apoya a la Fundación Cepaim en el camino de mejorar la convivencia Intercultural e Igualitaria a través de acciones conjuntas de pedagogía social, donde el personal de la Fundación ha realizado talleres en la misma tienda donde producen y comercializan.

Cuando disfrutes de este “cacao con consciencia” también sabrás que gran parte de la historia de la semilla ha estado vinculada a prácticas abusivas en regiones productoras, a condiciones laborales precarias y a reglas comerciales injustas. En muchos países de África, América Latina y Asia, donde se cultiva la mayor parte del cacao, los trabajadores enfrentan situaciones de explotación, pobreza y trabajo infantil. En particular, en países como Costa de Marfil y Ghana, que producen más de la mitad del cacao mundial, es común el uso de mano de obra infantil con niños que realizan trabajos peligrosos sin protección adecuada. 

Las grandes corporaciones de chocolate que dominan el mercado global del cacao no suelen asumir responsabilidad directa, ya que las prácticas de subcontratación y las largas cadenas de intermediarios dificultan el rastreo de las condiciones de trabajo en las plantaciones. Esto ha generado una creciente presión internacional para que las empresas adopten estándares de comercio justo y garanticen que sus productos provienen de fuentes que respetan los derechos humanos. 

En respuesta, algunos programas y certificaciones como Fair Trade y Rainforest Alliance han comenzado a promover prácticas más éticas en la producción de cacao, pero la explotación laboral sigue siendo un problema persistente y complejo que requiere un cambio estructural en la industria.

El cacao ha jugado un papel fundamental tanto en la alimentación como en las estructuras sociales de diversas culturas. Sociológicamente, su cultivo y comercio fueron la base de una red de intercambio que trascendió las fronteras de los imperios indígenas, convirtiéndose más tarde en un producto de gran valor en el comercio transatlántico durante la colonia. Hoy en día el cacao sigue siendo símbolo cultural y motor económico en muchos países, pero su producción enfrenta grandes desafíos sociales y económicos como la explotación laboral y la creciente demanda de un comercio más justo y sostenible. En la actualidad el cacao no solo es un ingrediente esencial en la creación de productos como el chocolate, sino que sigue siendo una pieza clave en la identidad cultural de las regiones productoras.

Mientras existan prácticas agrícolas y comerciales que promuevan la justicia social y ambiental, mientras existan iniciativas de comercio justo y certificaciones éticas que buscan garantizar que los productos se cultiven bajo condiciones que respeten los derechos humanos, podremos seguir disfrutando con consciencia de este producto. Hoy, la invitación con esta barra de “cacao con consciencia”, es a que nos alimentemos mejor y con mayor conocimiento del origen, la producción y el impacto que tiene para muchas comunidades el hecho de que compres en comercios locales y artesanales que promuevan estos valores.  Así apoyarás:

  • La producción ética: al consumir cacao proveniente de productores certificados como Fair Trade, Rainforest Alliance, o similares, los consumidores pueden apoyar a las cooperativas y agricultores que reciben un precio justo por su trabajo.
  • Erradicación del trabajo infantil y la explotación laboral: las certificaciones éticas incluyen reglas estrictas contra el trabajo infantil y las condiciones laborales abusivas.
  • Fortalecimiento de las comunidades locales: las marcas de comercio justo destinan una parte de los ingresos a programas comunitarios que mejoran la infraestructura, la salud y la educación.
  • Promoción de la equidad de género: en muchas regiones productoras de cacao, las mujeres son las principales trabajadoras del campo pero tienen un acceso limitado a recursos y toma de decisiones. El apoyo a organizaciones que promuevan la inclusión de género y la igualdad en la cadena de suministro de cacao puede contribuir a mejorar la posición de las mujeres en estas comunidades.
  • Sostenibilidad ambiental: el cacao producido de manera sostenible respeta los derechos humanos de los trabajadores, pero también los de las generaciones futuras al reducir el impacto ambiental mediante prácticas agrícolas responsables como la agricultura orgánica o la agroforestería.