Los años de crisis han dejado tras de sí parados de larga duración, personas que querían trabajar pero no encontraban la vía, historias de talento perdido. En el caso de Fernando Verde, la culpa la tuvo un accidente que le impidió seguir desarrollando el trabajo de fontanero con el que se ganaba la vida. Pero con tesón, formación y apoyos, hoy sonríe al apuntar que ya tiene un contrato fijo como cocinero- le tocó reinventarse al borde de los 40 años y no tirar la toalla, sino coger el paño de cocina para remontar.
Fernando fue alumno del Punto de Formación Incorpora de este 2018 (www.incorpora.org), programa financiado por La Obra Social “la Caixa” y desarrollado en Soria por Fundación Cepaim. “Ha pasado casi un año, empecé en enero”, explica el protagonista, que anima a quienes se encuentran sin empleo y desorientados a que sigan sus pasos.
“Tuve mala suerte. Sufrí un accidente trabajando y tuve que buscarme la vida” explica. “Me dieron la incapacidad. Yo quería trabajar pero claro, no podía seguir desarrollando mi carrera”, el trabajo como fontanero. Así, con ganas de trabajar pero un muro al final del camino, “te sientes un poco impotente porque quieres buscarte la vida pero no sabes cómo”. Y así decidió dar otros pasos.
Con una rodilla en estado crítico, “empecé a trabajar otra vez en otro sitio y me tuve que volver a operar”. El panorama pintaba mal porque “lo mío fue una excepción porque me pilló muy joven. Con la evolución estuvieron a punto de cortarme la pierna, una operación, otra”… y el adiós a la profesión con la que se ganaba la vida. “Hubo una época que recuperé muy lento, a principios de este año iba con muletas o con bastón y ahora ya no lo necesito, me siento mucho mejor”.
Sin embargo Fernando no estaba por la labor de rendirse y “a través de fundaciones y entidades como Cepaim o Fadiso, con el programa Incorpora, me han abierto posibilidades. He encontrado un apoyo inmenso, tanto con Inés en Cepaim como con Ana en Fadiso ha sido una maravilla. El trato ha sido impresionante y se han preocupado de que cada persona busque un trabajo. Si no hubiera sido por ellas no estaría donde estoy ahora”, apunta el ahora cocinero.
Tras las preceptivas prácticas en un campo en el que nunca había pensado asentarse “luego tienes que responder tú, claro”. ¿El resultado? “Ahora estoy en la cocina. Al hacer el curso de restauración con Cepaim estoy de cocinero. Si me lo llegan a contar hace dos años ni me lo planteaba. Las metas eran otras pero al final surgió así. Ellos están contentos conmigo, yo estoy contento con la empresa y… ha resultado que me han hecho un contrato indefinido”, afirma con una sonrisa.
Hasta hace un par de años quizás estuviese en la cocina poniendo a punto las canalizaciones, hoy se defiende entre fogones. Con estos ingredientes sabe de la importancia de no rendirse. “Te sientes muy impotente pero abres otro camino. Si no llego a hacer cosas a lo largo de la vida por la rodilla… al final fue todo un reto, pero tenía la cabeza bien amueblada en ese sentido” y lo superó.
El consejo para quien se encuentre en su misma situación, con la imposibilidad de seguir trabajando en lo suyo, es claro. “Que no decaiga, que siga para adelante. Esto no se limita a lo que tienes, hay muchas más posibilidades”. En su caso, la medicina le ha proporcionado cierta mejoría pero “esto”, afirma señalándose la cabeza, “es todo. La cabeza si no la tienes bien amueblada no sales para adelante”.
El viernes 7 de diciembre su historia salió publicada en el periódico de la ciudad, el Heraldo Diario de Soria, de El Mundo, donde agradece el apoyo recibido tanto por Fundación Cepaim como por el Programa Incorpora de La Obra Social “la Caixa”.