La sociedad española ha sido y es diversa y heterogénea: no está compuesta por personas que obedezcan a un fenotipo único ni a una identidad monolítica. Esta diversidad es un preciado bien a conservar y cuidar. A esta pluralidad de base se suma que, en las últimas décadas, España se ha convertido en una sociedad de acogida. La inmigración es ya parte de su demografía. Los movimientos migratorios son el principal elemento dinamizador de la población española, que ha crecido en las últimas décadas a través de la llegada de población inmigrante. Las personas nacidas en el extranjero alcanzan 7.534.513 en 2022 (INE, 2022, en Informe cuantitativo, Cruce de Caminos, 2024), lo cual ha supuesto una necesaria contribución demográfica. Sin este aporte, la población española se hubiese estancado.