Como cada 10 de diciembre, desde hace 76 años, conmemoramos el aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos (DUDH). La Declaración fue proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en París, el 10 de diciembre de 1948 y en ella se establecieron, por primera vez, los derechos humanos fundamentales que deberían protegerse en todo el mundo.
En España, hace pocos días acabamos de celebrar el 46º aniversario de nuestra Constitución. Nuestra Constitución defiende tanto los Derechos Humanos Fundamentales como los deberes que toda la ciudadanía tenemos para poder alcanzar el objetivo de construir una España más cohesionada, más diversa y más plural.
Es fundamental recordar estas fechas porque actualmente nos encontramos sumidas en un escenario político y social de especial agitación e incertidumbre. Observamos que tanto a nivel internacional, europeo como estatal, se están cuestionando muchos de los grandes consensos políticos y algunas de las victorias sociales que alcanzamos como sociedades democráticas hace ya varias décadas.
Asistimos a espacios de trabajo políticos y sociales, declaraciones en medios de comunicación y ruedas de prensa de representantes políticos en las que se llegan a cuestionar tanto los Derechos Humanos Fundamentales como los Derechos Sociales, Económicos y Culturales. Desde CONVIVE Fundación Cepaim queremos expresar nuestra preocupación ya que estas narrativas, que se hacen con fines puramente electoralistas, tienen un impacto muy negativo y contribuyen a erosionar los pilares y los cimientos de nuestra democracia, como son la Justicia Social, la Igualdad, la Convivencia, la Cohesión Social y la Lucha Contra la Pobreza y la Exclusión Social.
Vemos como cada día aumenta el tono y el volumen de los discursos basados en la aporofobia, de los discursos de odio, racistas y xenófobos. Se trata de unas narrativas que pretenden revertir los avances en las políticas públicas del Estado del Bienestar y de los esfuerzos compartidos para avanzar en la reducción de la desigualdad, la pobreza y la exclusión social.
Son discursos que buscan generar miedo, aumentar la incertidumbre social y fragmentar a la sociedad para que los colectivos más vulnerables sean vistos como una carga social o un gasto. En definitiva, tratan de aplicar la máxima del “divide y vencerás”. Tratan de llevarnos a escenarios en los que triunfan las autocracias y tratan de resolver los problemas sociales generando confrontación. Sin duda alguna, fórmulas de otros tiempos pasados que ya deberíamos haber superado.
Frente a todo esto, este 10 de diciembre del 2024, queremos y debemos recordar los triunfos del Estado de Bienestar y de los marcos internacionales y nacionales basados en los Derechos Humanos. Estos marcos normativos y estas políticas públicas nos han impulsado hacia una sociedad garantista de derechos, rica en diversidad, más justa y más igualitaria. No es momento para retroceder, necesitamos seguir ensanchando los derechos de toda la ciudadanía y, de forma especial, el de las personas en situación de pobreza o en situación de exclusión social.
En estos momentos es más necesario que nunca que luchemos contra la fragmentación y la polarización, tanto la política como la social. En los últimos meses y años, nos encontramos con constantes violaciones del Derecho Internacional Humanitario. Por citar sólo algunos ejemplos, tenemos diferentes conflictos abiertos en todo el mundo, guerras en varios países de África y una guerra en las puertas de Europa provocada por la agresión de Rusia a la soberanía de Ucrania.
Queremos hacer una mención especial y un homenaje a las más de 42.000 civiles muertas en la franja de Gaza y a las más de 5,9 millones de personas desplazadas. Lo que más nos duele de este último caso es que observamos cómo el Estado de Israel queda absolutamente impune de toda resolución adoptada por parte de las Naciones Unidas o la Corte Internacional de Justicia. Necesitamos una respuesta de las instituciones europeas, no podemos vivir de espaldas al sufrimiento del pueblo palestino. Desde aquí, proclamamos nuestro total rechazo a la violencia y a la guerra.
En nuestro país, asistimos a un aumento muy importante de las situaciones de discriminación y un preocupante aumento de los discursos y los delitos de odio. Se utilizan falsas narrativas que tratan de instrumentalizar y criminalizar a las personas en situación de pobreza y exclusión social, y de forma particular, a las personas migrantes y refugiadas que se ven forzadas, por múltiples razones, a huir de sus hogares y sus países de origen para buscar una vida mejor para ellas o para sus familias.
No nos debemos olvidar de la situación de las/os más de 5.500 menores migrantes sin referentes familiares que han llegado a Canarias. Nuestra responsabilidad como Estado es la acogida humanitaria de todas aquellas personas forzadas a huir, especialmente de los miles de niños y niñas de origen migrante sin ningún tipo de referente o apoyo adulto. Desde aquí hacemos un llamamiento a los diferentes partidos políticos para que recuperen el espacio de diálogo y busquen el consenso de forma incansable para poder atender a todos estos menores de una forma digna y adecuada. Primando siempre el interés del menor en todos y cada uno de los casos y, sobre todo, apelando al principio de solidaridad entre todas las regiones que debería de seguir prevaleciendo por encima de los intereses partidistas y electoralistas. Nunca debemos olvidar que muchas de nuestras familias y generaciones anteriores se vieron obligadas a emigrar hace menos de 50 años. La historia de la humanidad es la historia de las migraciones.