DETRÁS DE LOS NÚMEROS HAY PERSONAS
¡PUES QUE SE APARTEN!
(reflexiones desde el II #RSEncuentro)
Víctor Meseguer y Juan Antonio Segura
Profesionales, ciudadanos, empresarios, universitarios, investigadores, periodistas, nos hemos encontrado o reencontrado en condiciones de paridad e igualdad, con la ética, los valores y los principios que se construyen desde la responsabilidad social, desde la gestión positiva de la diversidad, en el II RSEncuentro que desde la Fundación Cepaim -con el apoyo de la Secretaria General de Inmigración y Emigración, la Fundación La Caixa y la Fundación CajaMurcia- hemos organizado en CaixaForum (Madrid), durante los días 14,15 y 16 de septiembre.El mayor evento nacional de RSE, este año ha tenido un acento murciano con la “C” de Cepaim, de convivencia, de cohesión: sirio, bambara, mandinga, europeo, marroquí… un acento diverso que integra la diversidad de principios y valores que acumula nuestro mundo. Este II RSEncuentro ha tenido como temática central la gestión de la diversidad y la construcción de empresas, organizaciones, escuelas y territorios igualitarios, responsables, éticos, felices y alineados con el bien común. La diversidad es una de las mayores riquezas que atesoramos y, es por ello, que una buena gestión en positivo de la misma se debe basar en el reconocimiento y valoración de las capacidades y aportaciones del otro, del diferente, desde el respeto, el diálogo, el afecto y el consenso. Como diría nuestro amigo José Juan González Giménez… ¿Hablamos de Social Smart Cities?
La gestión de la diversidad es propia de organizaciones, empresas, territorios que trabajan desde un principio inalienable: no es posible crecer y desarrollarse, ni como empresas ni como ciudadanos, organizaciones o territorios, en contextos de pobreza y exclusión social; no es posible crecer sólo económicamente si no lo hacemos también social y culturalmente, de forma que hagamos posible la convivencia, la cohesión social, el sentido de pertenencia al territorio y la participación del conjunto de la sociedad.
Crecimiento no es igual a desarrollo. Por ello, no debemos seguir haciendo una apuesta exclusiva por el crecimiento, puesto que este no es sostenible en el tiempo. El crecimiento es algo coyuntural, concentra el beneficio en unos pocos, no es solidario, ni redistributivo. El PIB mide el crecimiento, pero no el impacto social o medioambiental de los bienes y servicios analizados. El crecimiento se centra en ganar, recaudar y acumular dinero, no en la felicidad, ni en el rostro de las personas.
El desarrollo por el contrario es sostenible porque incorpora a la gente. La rentabilidad de una empresa, una organización o una ciudad no se mide únicamente en números, también se computa en miradas, en las miradas y las relaciones de las personas que lo hacen posible.
Estamos demasiado familiarizados con los análisis y valoraciones en clave aritmética, de crecimiento de las empresas o de los territorios, un crecimiento que se mide en términos de Producto Interior Bruto, de número de iniciativas empresariales, en cuentas de resultados y en balances meramente financieros.
El desarrollo de las empresas, de los territorios va más allá: integra personas, recursos endógenos, capacidades, relaciones, número de iniciativas económicas, sociales, culturales, medio ambientales, opiniones, transformaciones. El desarrollo es sostenible, inteligente e integrador. Es necesario avanzar desde los principios de la Responsabilidad Social, pasar de modelos basados en el mero crecimiento a modelos de empresa y de ciudad asentados en el desarrollo, caminando desde el análisis en términos de Producto Interior Bruto de un territorio a medir el índice de Felicidad Nacional Bruta. El desarrollo se centra en generar y distribuir riqueza, es solidario, socialmente responsable e integrador.
La Responsabilidad social y medioambiental para ser efectiva y eficaz no debe limitarse a una organización o a una empresa, debe ser incorporada a la vida de cada ciudadano, convertirse en una estrategia de Ciudad, cambiando el valor de lo común y de las diferencias.
Debemos caminar desde la Responsabilidad Social empresarial a la corporativa y desde esta a la territorial, construyendo y haciendo posibles entornos socialmente responsables, entendidos como la apuesta por un modelo de desarrollo sostenible, que aglutine e incorpore de forma equilibrada y voluntaria los retos y objetivos sociales, económicos, culturales y medioambientales, propiciando la colaboración, la participación e implicación de la ciudadanía y del conjunto de actores sociales presentes en el territorio, desde los principios de diversidad, convivencia, igualdad, cohesión social y gobernanza democrática.. Supone otra perspectiva, otra forma de gobierno, otro modelo de ciudad.
¿Nos apuntamos o seguimos mirando los números?
Sobre los autores: Víctor Meseguer es patrono y Juan Antonio Segura, director estatal de la Fundación Cepaim