Ante el atentado acaecido en Paris el día de ayer, 7 de Enero, la Fundación Cepaim quiere expresar su condena más absoluta al mismo y al móvil que haya podido llevar a estas personas a cometerlo. Es un acto totalmente inadmisible e intolerable. Y sin embargo no podemos tampoco dejar de condenar los mensajes de carácter generalistas y las manifestaciones xenófobas y racistas que están recorriendo gran parte de Europa en estos momentos. Queremos por supuesto solidarizamos con las víctimas, sus familiares y amigos, desde aquí nuestro más profundo apoyo.
Desde la Fundación Cepaim sabemos que solo podremos avanzar en la construcción de una convivencia realmente pacífica y tolerante mediante la defensa de los derechos humanos, y desde cualquiera que sea nuestra religión, creencia o convicción, convirtiéndolos en un deber ético para las mujeres y hombres de paz, e implicándonos en la cuestión de las expresiones dañinas de las religiones, vengan desde donde vengan.
En Cepaim llevamos años sosteniendo que, los conflictos culturales e inter-religiosos pueden ser los conflictos que caractericen este siglo XXI, por cualesquiera que sean las verdaderas razones que subyacen de ellos. Lo cierto es que nuestro mundo globalizado está dando lugar a nuevas formas de explotación y desigualdad social, nuevas formas de radicalización política y religiosa, que ponen en peligro los avances que hemos construido y seguimos intentando construir desde la vía del respeto, el dialogo, el cuidado de las diversidades en la convivencia pacífica, construyendo el presente y el futuro desde el dialogo intercultural, la negociación y la mediación, como única vía de salida a la inevitable gestión de la diversidad. Otro camino solo nos conducirá al conflicto, a la venganza y la radicalización del otro.
No podemos mirar hacia otro lado, y sólo lamentarnos de lo que está ocurriendo cuando ocurre.
Ya ha llegado la hora en que el protagonismo lo tengamos nosotras y nosotros, mujeres y hombres, todos diversos y que creemos en un convivir complejo, pero posible, en la diversidad, considerándola como una de las grandes riquezas que atesoramos como humanidad.
Para ello hace falta, y es en ello en lo que nos tenemos que implicar juntos,
- Iniciar conversaciones que nos permitan avanzar en la necesaria construcción de una verdadera convivencia, a todas las escalas, en las escuelas, en los barrios, en lo político, en el trabajo, en el bar, en el deporte, sobre lo que nos está pasando como sociedad. Tomando las riendas y no dejándonos arrastrar en esta vertiginosa y venenosa espiral del odio y del miedo frente al otro, al diferente.
- Multiplicar diálogos interreligiosos, entre personas de distinta fe y religiones como de personas no creyentes, para conocernos, reconocernos y volver a la esencia de lo que nos hace, a todas y todos, seres humanos.
- No dejarnos embarcar en atajos, ya sea por miedo o por el resentimiento, hacia el camino de estigmatizar colectivos que también, quizás ellos los primeros, sufren la locura de quienes dicen representarles y defenderles.
- Denunciar a quienes pretenden aprovecharse de los que sufrimos las consecuencias de estos ataques, para enfrentarnos entre ciudadanos y ciudadanas, ya sea con fines políticos y/o económicos.
- Exigir el laicismo en nuestros estados, como la única manera de defender las libertades religiosas o creencias en nuestros territorios, y así protegernos de sus manifestaciones fanáticas.