Como cada 21 de marzo, hoy conmemoramos el Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial. En este día nos reunimos aquí para reivindicar el derecho a la Igualdad y la no Discriminación como eje vertebrador de toda sociedad democrática, y para recordar que el racismo, la discriminación racial, la xenofobia, y todas las formas conexas de intolerancia, son amenazas y agresiones claras contra la libertad y la dignidad del ser humano y que ponen en peligro la convivencia y la cohesión social.
Tal y como exponía hace escasos días la Relatora Especial sobre las formas contemporáneas de racismo, discriminación racial, xenofobia y formas conexas de intolerancia, “el racismo y la xenofobia siguen arraigados en la sociedad”, impidiendo el pleno disfrute de los derechos civiles, políticos, sociales, económicos y culturales de muchas de las personas que viven en este y otros países del mundo.
No podemos permitir que la consecuencia de los grandes retos a los que como sociedad nos hemos enfrentado en los últimos tiempos sirvan para fomentar el odio hacia personas que aunque queramos ocultar, tienen nombre, apellido y rostro. La respuesta ante éstos retos ha de ser siempre la tolerancia, la solidaridad, y la acogida sin reservas, tal y como estamos viviendo actualmente ante la grave situación en Ucrania pero que en otras circunstancias lamentablemente similares, no ha obtenido la respuesta que deberíamos como sociedad.
La realidad de los últimos informes del Ministerio del Interior, y del Consejo para la Eliminación de la Discriminación Racial o Étnica (CEDRE), así como de otros organismos internacionales, nos muestra que en la actualidad lejos de disminuir aumentan los indicadores que desembocan en las diferentes problemáticas del racismo y la xenofobia.
Las victimizaciones por racismo y xenofobia continúan al alza, siendo las personas migrantes quienes sufren un tercio de la totalidad de los delitos de odio en nuestra sociedad y donde otros factores de vulnerabilidad como el sexo, el género, la edad, la diversidad sexual o la diversidad funcional, juegan un importante papel aumentando esta situación de discriminación. La tasa de infradenuncia, cercana al 90% según cifras de la Encuesta de Delitos de Odio del Ministerio del Interior de 2021, solo evidencia la consecuencia del miedo, la normalización y la invisibilización de miles de personas que aún a día de hoy sufren los estragos de la discriminación bajo motivación racial y étnica.
Desde el convencimiento de la potencialidad que tiene una sociedad diversa como la nuestra para solventar estos grandes retos del siglo XXI, sólo podemos afrontar este importante trabajo para la eliminación de la discriminación racial con el conjunto de los agentes sociales, poniendo a disposición de toda la ciudadanía herramientas que combatan los factores que propician el racismo y la xenofobia.
Debemos apostar por dotarnos de mayores recursos y herramientas para el importante trabajo en red en la lucha contra la discriminación, como es el Servicio de Asistencia y Orientación a Víctimas por Discriminación Racial o Étnica a través del cual se asesora y acompaña a todas aquellas personas que hayan sufrido un acto discriminatorio a consecuencia de su color de piel, origen racial o étnico.
Seguir apostando por herramientas de sensibilización y prevención contra el racismo y la xenofobia y ponerlas a disposición de la ciudadanía, con espacios de reflexión y encuentros, también en el ámbito digital como la plataforma Desactiva.org, donde cuestionar estereotipos y prejuicios que se propagan gracias a la desinformación y que circulan en medios y redes sociales, derivando en odio, animadversión y violencia hacia parte de la población y que en muchas ocasiones es usada de chivo expiatorio de esos grandes problemas estructurales que tenemos como sociedad.
En esta iniciativa global para desactivar el racismo y la xenofobia debemos seguir articulando diferentes acciones clave, para la defensa y el fomento de valores y derechos humanos fundamentales en esta lucha, tanto en el ámbito educativo, en especial entre las personas más jóvenes de nuestra sociedad, como entre los medios de comunicación, piezas clave para garantizar derechos fundamentales como el saber.
Apostar por el desarrollo de toda una red estatal de atención a víctimas de discriminación racial y étnica como la Iniciativa REDES, que trabaja en la articulación de una red de servicios para el acompañamiento, orientación y establecimiento de mecanismos de denuncia segura para víctimas de delitos de odio y discriminación étnica y racial desde una perspectiva de integralidad, interseccionalidad y justicia restaurativa.
La atención a las víctimas ha de ser una prioridad urgente. Para ello, debemos fomentar el establecimiento de canales de denuncia segura como el sistema de buzón multicanal contra la discriminación, que facilita el poder presentar casos discriminatorios si eres o has sido víctima de discriminación racial y/o étnica y garantiza una atención segura, profesional y gratuita.
Porque ante estos grandes retos que vivimos como sociedad, debemos apostar y trabajar por la convivencia, la interculturalidad y la igualdad los 365 días del año, implicando a todas las partes: autoridades y representantes políticos, instituciones jurídicas, medios de comunicación, organizaciones sociales, educativas, económicas y ciudadanas, así como cualquier acción o actitud privada y del conjunto de la ciudadanía.
Una sociedad democrática como la nuestra no puede permitirse otro modelo que no esté basado en la diversidad y la tolerancia, construyendo nuestro presente y futuro desde lo comunitario y en clave de Derechos Humanos, con la fuerte convicción de que los lazos que nos unen, son más fuertes que cualquier tipo de intolerancia.