Desde el anuncio de la toma del Palacio Real en Kabul por parte de los Talibán, los equipos de Acogida y Protección Internacional de Fundación Cepaim comenzaron a activarse sabiendo que la llegada de personas afganas refugiadas a España era inminente.
En esta primera entrega de las cuatro crónicas que compartiremos, deseamos poner el foco en el trabajo de los equipos de Fundación Cepaim, contado por sus protagonistas.
Lola Alcaraz, una de las tres coordinaciones que conforman el Área de Acogida y Protección Internacional, recibió la llamada del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones el día que aterrizó en la Base de Torrejón de Ardoz (Comunidad de Madrid) el primer avión que venía desde Kabul (Afganistán), el 18 de agosto. Únicamente hizo falta una reunión de toda la coordinación del Área, Lola Alcaraz, Raquel Barón y Abdelkader Atef, para organizarse entre ellas. Ya sabían lo que podía venir, “tenemos la experiencia cuando empezamos con Protección Internacional del conflicto sirio. No es lo mismo, pero está dentro de lo que podíamos esperar que iba a pasar”, expresaLa Fundación Cepaim comenzó a trabajar en el año 2016 dentro del sistema de acogida a solicitantes y beneficiarios de protección internacional del Estado español, cuando el entonces Ministerio de Empleo y Seguridad Social decidió ampliar la base de organizaciones que gestionaba los dispositivos de acogida para personas refugiadas. Hasta ese momento, la red estaba compuesta por Cruz Roja, CEAR y ACCEM. Una vez el Ministerio aprobó la propuesta de Cepaim, el hasta entonces Área de Acogida Humanitaria y Vivienda, se desdobló para dar lugar a dos áreas: Vivienda y Exclusión Residencial y Acogida y Protección Internacional.
Raquel Barón aún estaba de vacaciones y Lola se iría la semana siguiente. Era necesario repartir roles. En esta reunión se decidió que Raquel sería la responsable de la operación dentro de Fundación Cepaim, como ella misma explica, “y nosotros el equipo base”, completa Abdel respecto a las personas de logística formado por Ruth Vega, Iñaki Iturzaeta y él mismo en la retaguardia, y el resto de técnicas y técnicos, las coordinaciones territoriales y autonómicas.
Raquel, llegó sola a la Base de Torrejón de Ardoz el sábado 21 de agosto. La UME (Unidad Militar de Emergencia), el Ejército del Aire y la Cruz Roja habían montado un dispositivo de acogida en menos de 48 horas. “Entrabas al recinto y a la izquierda había unos edificios que seguramente estaban en desuso. En la zona de campo que delimitaba con ellos estaban dispuestos un conjunto de iglús verdes donde las personas descansaban divididos en dos secciones. A la derecha estaba la Cruz Roja con diferentes dispositivos: una tienda de atención sanitaria, una tienda de campaña verde enorme en donde quedaba el comedor… Cepaim estaba en una de las zonas de edificios en desuso. Allí habían habilitado mesas para hacer las entrevistas”, así detalla Raquel la tan sonada Base de Torrejón de Ardoz.
La primera cara visible de la Base era el equipo de la Cruz Roja, comenta Raquel. Desde allí contactaron con la encargada de organizar a todas las entidades, Carmen García Moreno, trabajadora social de la Subdirección General de Programas, del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones. “Desde ese momento, coordinábamos todas las tareas con las compañeras del Ministerio y de la UTS [Unidad de Trabajo Social], quienes hacen la gestión de las plazas en los distintos dispositivos”.
“El mensaje del Ministerio era: Que salgan cuanto antes"
“Al principio lo viví con un poco de susto, pero sí es verdad que una vez te metes en ello ya no piensas en si te da susto o no. Vas a resolver”. Así fue. Únicamente había tiempo para gestionar entrevistas, intérpretes, plazas, traslados… Raquel gestionó sola la situación el sábado 21 y el domingo 22 de agosto. El lunes llegó Lorena Yusta a apoyarla. Desde entonces se decidió que se organizarían en dos equipos que se alternarían la presencia en la Base. El martes llegaron Victor Vacas y Lorena Yusta, técnico y técnica del Área de Acogida y Protección Internacional; el martes volvió Raquel junto a Victoria García, también técnica del Área. Así hasta el viernes 27 de agosto, día en el que llegó el último vuelo a la Base y acudieron los cuatro. “Había muchísimas personas de un lado para otro y con la presión de saber que las familias que vas a entrevistar son las que han llegado a las 5am y las tienes que sacar ya porque en el vuelo de las 2pm vienen otras tantas y, el mensaje del Ministerio era: Que salgan cuanto antes”.La situación más comparable con esta fue la vivida con las personas refugiadas sirias, aunque, como explica Raquel, “ha sido diferente porque en el 2016, las personas sirias llegaban de otra forma: las recogía el Ministerio y nos las derivaban a nosotros. Mientras que en esta ocasión, han llegado al aeropuerto y hemos sido de primera mano los que los hemos recogido”.
El procedimiento que se siguió con la llegada de personas sirias entre el 2015 y el 2016 siguió prácticamente al pie de la letra las fases de una acogida común. La primera acogida la realizan Cruz Roja, ACCEM o CEAR, en dispositivos donde las personas están en general un mes. “Desde allí, se gestionan las plazas de acogida, nos reservan las plazas necesarias a las entidades de la red y nos ponemos en contacto para gestionar la salida del dispositivo de primera acogida y la entrada en nuestros dispositivos, donde empieza la primera fase”, explica Raquel sobre el trabajo que realiza Cepaim desde hace ya seis años. Esto es así en circunstancias normales.
En esta ocasión, la primera acogida se realizó directamente en el aeropuerto, duró unas horas y las personas refugiadas pasaron directamente a primera fase. “No pensábamos que iba a ser tan tenso, pensábamos que sería gota a gota: vuelos sucesivos”, comenta Raquel, pero no fue así.
Cada mañana al llegar a la Base, les daban el listado de vuelos. Una vez aterrizaban las personas pasaban a un hangar gestionado por la Cruz Roja donde les hacían una PCR, les ofrecían protección internacional y las personas realizaban una manifestación voluntaria de solicitud de Protección Internacional con validez de 45 días. En este plazo las personas solicitantes se tienen que presentar en la comisaría más cercana al nuevo lugar de residencia, allí se formalizará la petición de asilo.
En el hangar no había personal de Cepaim, pero sí estaban las intérpretes con quienes se haría la entrevista entre las personas recién llegadas y Cepaim. Baharak Akradlu fue voluntaria de la Cruz Roja durante los primeros días, luego se unió como trabajadora externa al equipo de Cepaim. “Yo estaba ahí cuando las personas bajaban del avión, dejaban sus mochilas…” Baharak destaca que las personas llegaban extremadamente cansadas “algunas llevaban días de viaje hasta Kabul o varios días en el aeropuerto [de la capital afgana]”.
Para las personas afganas recién llegadas era una sorpresa escuchar hablar persa cuando aterrizaban, expresa Baharak. “No lo esperaban, aunque la mayoría hablaba inglés y algunas personas castellano, escuchar su idioma era muy especial. Notaban mi acento iraní y me decían: yo viví 10 años en Irán, y en seguida se sentían más cercanos”.
Al equipo de Cepaim también se unió Nasratullah. “Cuando llegaron los evacuados yo como afgano veía mucho miedo en los ojos de las personas que llegaban. Era una situación horrible, con lo que han dejado atrás y lo que ha pasado. Cuando veía a las familias pensaba en la mía. Yo también tengo mi familia en Afganistán”. Nasratullah vive en España desde hace siete años, sus compatriotas recién llegadas le preguntaban por el tipo de trámites que tendrían que hacer, qué pasaría ahora con ellas, y también por el clima, la posibilidad de encontrar trabajo, sobre la educación y la cultura.
Baharak, Nasratullah y Salimi fueron las tres personas que trabajaron junto al equipo de Cepaim codo con codo. “La demanda de intérpretes ha sido brutal y además mientras pasaba el tiempo los mismos intérpretes decidieron no participar en la interpretación porque había muchos que tenían familiares que llegaban en los vuelos”, describe Abdel. “Mis colegas intérpretes afganos esperaban a sus familias. La emoción fue muy grande”, comenta Baharak.
Con cada aterrizaje la Cruz Roja preparaba un documento con el detalle de las personas recién llegadas: número de unidades familiares y personas que las componen. Entre las entidades se repartían a las familias según la disponibilidad de plazas. En base a este documento el equipo de Cepaim en la Base ponía en sobreaviso a los territorios: “Hay esta familia, le vamos a proponer que vayan a vuestro territorio”, dice Raquel escenificando una llamada con el centro territorial para gestionar el traslado y añade “Intentábamos que ya que venían se llevaran al máximo número de personas posible”.
Después del hangar las personas descansaban un poco y según la hora de llegada del vuelo, hacían noche y en la mañana siguiente se entrevistaban con el equipo de Cepaim o el mismo día.
“Era una entrevista muy básica, no nos entreteníamos en nada”. En la corta entrevista las técnicas preguntaban las características de la unidad familiar y el número de personas. Además, explica Raquel, “les explicábamos que estaban dentro del sistema de protección internacional y que por lo tanto todas sus necesidades estaban cubiertas, ofrecíamos el recurso, indicábamos qué necesidades y gestiones íbamos a hacer con ellos dentro del territorio. Además, en un mapa de España, les mostrábamos en qué provincia y en qué región iban a estar para que se orientaran un poco”. Según cuenta Raquel las personas estaban “muy desorientadas, la mayoría tenía en mente el lugar al que querían ir: ciudades grandes, Madrid, Barcelona, Valencia… Pero no era fácil, fueron las primeras ciudades donde se agotaron las plazas. En alguna ocasión pudimos hacer algún cambio con alguna entidad para que fueran con otro grupo familiar con el que ya se conocían”.
Las personas, entidades e instituciones implicadas eran muchas, solo hace falta preguntarle a Raquel por el procedimiento que se seguía una vez terminada la entrevista y se decidía en qué ciudad se iban a ubicar las familias y las personas que llegaron solas:
“Por una parte, se comunicaba al Ministerio para que supieran el número de plazas llenas y en dónde; a las compañeras de la UTS (Unidad de Trabajo Social) para que dentro de SIRIA [programa informático en el que se gestionan todas las plazas de Protección Internacional del Estado] pudieran hacer las reservas; y Cruz Roja para que supieran a qué familia nos íbamos a llevar. Las personas iban codificadas por vuelo y familia, por ejemplo “vuelo 3 familia 14”, les teníamos que decir que iban con Cepaim y que venían a recogerles, por ejemplo, ese mismo día a partir de las 5 de la tarde”.
“Vente para acá, ya llega un vuelo”
Al otro lado del teléfono estaban las coordinaciones autonómicas, de centro o las personas referentes, porque a muchas personas en ese momento las cogió de vacaciones. Diferentes equipos a lo largo de siete días se desplazaron desde sus territorios hasta la Base para recoger a las personas recién llegadas y llevarlas a su nuevo hogar.Cuando llegaban las compañeras de los territorios a recoger a las familias la Cruz Roja ya las tenía avisadas y listas. El equipo de Cepaim en la base las recogía y las llevaba al medio de transporte que correspondiera: furgonetas y autobuses fueron los más usados.
“Muy emocionados y emocionadas todas”, así vivía Raquel el momento de encuentro con las compañeras y compañeros de los territorios. “Tenemos muchas ganas de que vengan a nuestros dispositivos”, escuchaba Raquel y reflexiona “los equipos llegaban con mucha ilusión porque la acogida es nuestro objetivo” y continúa “da igual de donde vinieran, fíjate que vinieron de Catalunya tuvieron que hacer noche aquí, porque no era viable volver el mismo día. Compañeras de la Región de Murcia, las Castillas… Todas, en verdad, encantadoras, en ningún momento nos han puesto ningún pero… Eso ha sido súper valorable y creo que lo hemos transmitido tanto a las coordinaciones territoriales, tanto a las de centro y a los equipos porque ha sido maravilloso”
A modo de reflexión, Abdel añade “nuestro trabajo es tener una red sólida consolidada con los territorios, sabemos a quienes llamar, la coordinación de centro, autonómica, referente que tiene que dar la respuesta está definida”. “Aquí había una cabeza que pensaba, en este caso era Raquel, todo el mundo éramos el cuerpo, no entramos en razones, se dice y se ejecuta”, así describe Abdel la operación y Raquel continúa “lo mismo pasó en Fuerteventura, en ese caso fueron Abdel y Lola a la cabeza y ahí fueron los que organizaron todo. En circunstancias tan excepcionales es la manera de que las cosas salgan adelante”. Y es que esta no es la primera llamada de emergencia que recibe el Área de Acogida y PI este año. La anterior fue en las Islas Canarias, concretamente en Fuerteventura, como hace unas semanas relataban aquí, una situación que continúa en activo a día de hoy.
“En realidad es lo mismo pero con otro nombre y otra velocidad”, Abdel. “Estos son programas que rompen la dinámica diaria y desestructuran, pero como coordinación tenemos una gran cohesión interna y sabemos muy bien cuáles son las fortalezas de cada uno”, reflexiona Raquel respecto al trabajo que Lola, Abdel y ella realizan como co-coordinadoras.
“Ha sido una mezcla de todo, pasión, incertidumbre, agobios, fue una semana muy intensa, pero creo que al final te quedas satisfecha del trabajo hecho y con la gente que lo has compartido”, describe Raquel. “Cuando se marchaba un grupo a los territorios la sensación era de haber cumplido con el objetivo de sacar cuanto antes a las personas del campamento y con el testigo entregado a los equipos con la expectativa de que las familias se encuentren a gusto entre nosotras”, concluye Raquel cuando las 237 personas acogidas por Cepaim ya están en sus nuevas ciudades, tan solo unos días después de que aterrizara el último vuelo en la Base de Torrejón de Ardoz el 27 de agosto.
En total en la base de Torrejón de Ardoz se atendieron 2.181 personas que llegaron en 19 vuelos durante nueve días. El Ministerio había previsto que las personas refugiadas no permanecieran más de 72 horas en este dispositivo. La estancia media de las personas refugiadas en la Base, fue de 46 horas un tiempo “muy inferior a las 72 horas que nos marcamos como objetivo inicial", señaló el ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá”