Así se vivió en primera persona...
Tras horas de viaje en tren y varios trasbordos en metro, con la novedad que esto suponía para el grupo, que hicieron de los vagones su particular sala de juegos y alegraron el trayecto de los demás viajeros, llegamos al hotel donde fuimos muy cordialmente recibidos por el equipo de la organización.
Pero claro, había que reponer fuerzas y descansar bien pues al día siguiente nos aguardaba el comienzo de nuestra gran aventura. Para ello, tras el reparto de habitaciones, se hizo entrega de una bonita chaqueta a cada participante y tras la cena que amablemente nos sirvieron, fuimos sin demora a intentar conciliar el sueño. Una parte del grupo, por lo menos, el resto empleaban el tiempo en charlar, hasta que los educadores y educadoras, como verdaderos actores y actrices, representábamos el papel de poli bueno y poli malo buscando la armonía necesaria para poder dormir y afrontar el primer madrugón del viaje, más llevadero al situarnos todos frente al abundante y variado desayuno.
Lo siguiente fue la entrega de los destinos en CaixaForum, donde todos los participantes llegados de distintos puntos de la península nos reunimos y atendimos a los medios de comunicación de televisión y prensa, así como para hacernos la foto de equipo. Una vez que la exploradora Paloma Lago nos hizo entrega de las acreditaciones y los destinos, cruzamos Madrid con rumbo al parque natural de las Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias, un paraíso reserva de la biosfera situado al Suroeste de Asturias. Eso sí, antes nos reunimos con nuestra gran compañera de Madrid y su grupo de menores que tan bien se han portado durante todo el viaje. Con lo cual aumentaba la familia que durante estos días estaría atento y acechando en la distancia y el silencio a nuestro gran amigo el OSO PARDO.
Como conclusión, queremos destacar que han habido momentos de sensaciones y emociones muy intensas que se traducen en aprendizajes extrapolables a la propia vida y con el medio en el que vivimos. El compañerismo, la cooperación o el respeto reinaban en el ambiente. Y por supuesto, quedó claro que el cuidado por lo natural hace que permanezca la esencia de cada uno, ya sean lugares, animales o personas.
Desde la Fundación Cepaim queremos agradecer a la Obra Social ”la Caixa”, a las familias y a las entidades el poder formar parte de esta experiencia.