“Desde que ellos viven aquí, en esta calle, yo salgo mucho más segura. Hay zonas oscuras, y cuando paseaba al perro antes, me daba miedo. Ahora salgo sin problema, a cualquier hora, porque sé que ellos están aquí”
Este es el testimonio de una vecina de la casa de acogida de protección internaciona en Totana , con 13 hombres de origen africano. Y es que desde que se abrió el dispositivo, las vecinas y vecinos de la calle dónde se ubica la vivienda, han hecho lo posible por acercarse a la realidad de los chicos que viven en ella. Ha sido un proceso natural, basado en las relaciones que a lo largo de los tiempos, en los barrios, se han establecido entre las personas que habitan en ellos.“Hoy me han sacado el perro otra vez a pasear, se lo han llevado para la montaña, son muy serviciales, y el perro se lleva muy bien con ellos…”.
A la vez, los chicos participantes en el programa RefugiaDOS de Protección Internacional, se han mostrado abiertos a relacionarse con las vecinas y vecinos, intentando entablar conversación, con las complicaciones que conlleva establecer un diálogo murciano – wolof, o murciano – bambara… Cuando hay interés y necesidad, el idioma no es una barrera, y son múltiples las formas y estrategias de comunicación que pueden activarse en estas situaciones.
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