
Juan Antonio Segura Lucas
Director General de Fundación Cepaim
Articulo publicado en La Verdad de Murcia en agosto de 2021
Recientemente podíamos leer y escuchar en los medios de comunicación un titular que nos podría conducir a la inacción, al conformismo y la autocomplacencia. “La Región de Murcia tiene una tasa de delitos de odio inferior al de otras Comunidades Autónomas”. Un titular que se construye desde una mirada superficial de los datos facilitados por el Ministerio del Interior en su último informe sobre la evolución de los delitos de odio en España en 2020.Se trata de un informe donde pareciera que nos encontramos ante un aparente descenso de los delitos de odio, en lugar de quedar constancia objetiva sobre su incremento junto al del discurso de odio basado en el racismo, la xenofobia y la discriminación por motivos de origen cultural o étnico y que observamos se está dando en nuestra Región al abrigo de los últimos acontecimientos vividos en Mazarrón, Cartagena, San Javier o en Cabezo de Torres.
Esa primera mirada esconde dentro del propio informe dos realidades muy concretas.
La primera que los datos están referidos a la anualidad 2020, la cual ha estado atravesada por un estado de alarma que ha limitado las relaciones en los espacios públicos, tendiendo a una evidente reducción en la posibilidad de denunciar delitos de odio.
La segunda realidad hace referencia a la infra denuncia, otra realidad que desde hace tiempo ha quedado constatada, ya que muchas personas que sufren situaciones que pueden constituir delitos de odio no las denuncian ante los cuerpos de seguridad del Estado, más aún entre la población inmigrante, debido principalmente a que entienden que denunciar no servirá de nada o incluso les perjudicaría. De hecho, el propio informe acredita el incremento de consultas sobre este tema con respecto a 2019.
Aún así, en lo referido a la Región de Murcia el porcentaje de delitos de odio se sitúa en el 1,7%, justo el mismo que en 2019 pero con una importante diferencia, que en 2020 un 42,30% de estos delitos tuvieron motivo por hechos de racismo y xenofobia frente al 12% del año 2019. Datos que a pesar de ser un año atravesado por las restricciones a los espacios de relación, demuestran que el racismo y la xenofobia crecía en la Región de forma clara, notoria y muy preocupante.
En términos generales en lo que se refiere a las victimizaciones por racismo y xenofobia, existe un incremento en el pasado año, rompiendo con la dinámica generalizada de descenso, pasando de 557 casos en 2019 a 589 en 2020.
De igual forma si atendemos al origen extranjero de las víctimas se produce un aumento de casi siete puntos respecto al año anterior, lo cual indica una tendencia al incremento de incidentes hacia población de origen migrante.
Igualmente destacable es el hecho de que nuevamente las detenciones e investigaciones por hechos relacionados con el racismo y la xenofobia están a la cabeza, y que pasan de 194 casos en 2019 a 215 durante el año 2020.
Debemos ser conscientes, para poder actuar, que el racismo y la xenofobia son una realidad arraigada en España y en la Región de Murcia, tanto, que a veces no la reconocemos ni percibimos, pero existe, formando parte de lo que somos.
Si preguntamos a un familiar o a una amistad si es racista, seguro que nos dirá que no, tal vez hasta se ofenderá por la pregunta. “Yo no soy racista, pero...”, y en ese pero cabrán frases como “nos quitan el trabajo”, “reciben más ayudas que nosotros”, “solo vienen por las pagas del Estado”… Todos ellos mensajes recogidos y analizados en la plataforma de Fundación Cepaim, Desactiva.org, un proyecto financiado por el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, Dirección General de Inclusión y Atención Humanitaria , el Fondo de Asilo, Migración e Integración de la Unión Europea y el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 a través de las aportaciones del IRPF, que dejan al descubierto la persistencia en propagar prejuicios, estereotipos y actitudes excluyentes y sesgadas que son, con frecuencia, fruto de la falta de espacios de relación, la desinformación o el desconocimiento.
No nos engañemos, asistimos a una proliferación de los discursos de odio y actitudes discriminatorias y que tienen principalmente su origen en el racismo y la xenofobia que la sociedad está normalizando a través de internet, en los medios de comunicación, en parte del discurso político y en la vida cotidiana, siendo urgente la puesta en marcha de acciones y políticas públicas concretas que lo reviertan, apostando por la integración y la convivencia.
El contexto actual con una fuerte crisis sanitaria, económica y social provocada por la pandemia de la COVID-19, está incrementando las situaciones de pobreza y exclusión social que soporta un importante porcentaje de la sociedad española. La última Encuesta de Condiciones de Vida así lo acredita, con un incremento de las situaciones de pobreza severa que esta generando una mayor desigualdad, siendo este el caldo de cultivo propicio para el incremento del racismo y la xenofobia, a través de la confrontación entre población inmigrante y autóctona. Si queremos realmente actuar contra el racismo y la xenofobia, luchemos contra las desigualdades estructurales.
Combatir el racismo, la xenofobia, el discurso del odio y la discriminación exige cumplir y hacer cumplir la legislación internacional y nacional antidiscriminatoria existente, ampliándola y dándola a conocer en todos los ámbitos. A la vez que requiere de respuestas políticas y sociales claras, concretas y precisas que apuesten por la convivencia democrática, la cohesión social, el respeto a las diferencias y la gestión positiva de la diversidad.