Todos los derechos que se ganan, se pueden perder.
Fatima Amiri nació en Afganistán, un país que en su infancia y juventud parecía lleno de oportunidades para ella. Estudiaba, practicaba deportes y disfrutaba de una vida activa, como cualquier joven en cualquier parte del mundo. Sin embargo, su vida dio un giro drástico cuando los talibanes tomaron el control del país. La llegada de este régimen cerró su escuela y se restringieron severamente las libertades de las mujeres.
“Las mujeres no podíamos salir a la calle, y teníamos que vestir como los talibanes pedían. No podía salir a la calle sin un hombre, no podía viajar sin un hombre, tu padre, o tu hermano, o tu esposo. Todo fue muy difícil para mí.”
A pesar de las restricciones y el peligro, Fatima decidió no rendirse. Aunque el régimen talibán controlaba todos los aspectos de la vida, ella continuó su lucha en defensa de la educación y los derechos de las mujeres. "Hablé sobre los derechos de las chicas, sobre la educación, porque creo que la educación es lo más importante en este mundo. Hablé mucho en todos los lugares en los que tuve la posibilidad de hablar", afirma Fatima. Su valentía, al alzar la voz, no pasó desapercibida y comenzaron a perseguirla. Los talibanes la atacaron, dejándola con graves lesiones.
“Debido a mis palabras los talibanes me atacaron y perdí un ojo y los oídos, porque estaba estudiando, porque estaba luchando por mis propios derechos.”
Las condiciones de vida en Afganistán se volvieron insostenibles. Fatima nos cuenta cómo la situación de las mujeres en su país se volvió "muy dura, dramática y muy oscura", donde la opresión se ha convertido en una constante. A pesar de las adversidades, Fatima se mantuvo firme. "No me detuve", dice, y continúa recordando con emoción a sus amigas que murieron por defender el derecho a estudiar, víctimas de los talibanes que las mataron simplemente por querer una educación.
“Prometo que hablaré de ellas, que continuaré estas actividades, y lucharé por sus deseos.”
Fatima finalmente se vio obligada a abandonar Afganistán por su seguridad. Tras recibir amenazas y ser atacada, encontró refugio en España, donde ha podido recibir tratamiento médico y empezar una nueva vida. A pesar de estar a salvo, sus pensamientos siguen estando con su familia y las mujeres que quedaron atrás en Afganistán.
“Estoy muy preocupada por mi familia. En Afganistán, no tienen una buena situación de seguridad a causa de mis actividades.”
En España, Fatima ha encontrado apoyo en instituciones como CONVIVE Fundación Cepaim, que le han proporcionado no solo asistencia material sino también un acompañamiento emocional durante sus momentos de dificultad. “ Cepaim me ha ayudado mucho. Incluso cuando estaba deprimida.” Cuenta que cuando llegó se sorprendió de la amabilidad de las personas que la recibieron en España.
“Con los talibanes pensé que quizás en el mundo ya no había gente buena y amable, perdí toda esperanza en la humanidad, pero cuando los conocí, mi mente cambió y estoy tan feliz de conocerlos. Puedo decirles que os amo.”
Fatima afirma que va a seguir trabajando y quiere entrar en la universidad porque tiene un firme compromiso por seguir luchando por los derechos de las niñas y mujeres en Afganistán. Aunque las cicatrices de su pasado la acompañan, su esperanza de que algún día Afganistán sea un país libre y pacífico sigue viva. "Mi esperanza es que pueda volver a Afganistán un día, cuando mi país esté completamente en paz", dice con la mirada llena de determinación.
Fatima no pierde la esperanza e insiste en seguir trabajando por sus compañeras que ya no están, por otras mujeres, por su familia.
“Quiero continuar mis actividades para Girls' Ride, porque creo que es mi responsabilidad.”
Su lucha por las mujeres afganas y su convicción de que todos somos humanos y debemos ayudarnos los unos a los otros sigue vigente. "Tenemos una palabra en persa: 'Todos somos humanos y formamos un cuerpo'. Si una parte de nuestro cuerpo tiene dolor o está en una mala situación, otras partes de nuestro cuerpo ayudan a las otras partes", dice, lanzando un mensaje de unidad y esperanza. Y con este mensaje, Fatima nos recuerda la importancia de no olvidar a las mujeres afganas y de seguir luchando por su libertad y derechos.
"Por favor, ayúdenme. Hablad de ellas. Dadles algunas oportunidades para que ellas puedan estudiar online. Hay muchas formas de ayudarlas. Por favor, haz algo por ellas", concluye Fatima, como grito de esperanza que sigue resonando en cada uno de sus actos de valentía y en sus palabras de lucha incansable.