El equipo de Fundación Cepaim en Lorca se despide de un curso escolar difícil y extraño, que empezó siendo distante y virtual, para terminar sabiendo a “vieja normalidad” tanto como las coordenadas de prevención COVID nos han permitido.
Ha sido un tercer trimestre intenso e incómodo, lleno de mascarillas de tela, geles desinfectantes y termómetros con forma de revólver. Pero eso no ha hecho más que renovar nuestra ilusión por escapar de una pandémica realidad a otra más responsable y humana.Los grupos de estudio asistido del Programa CaixaProinfancia impulsado por la Fundación “la Caixa” han funcionado con naturalidad gracias a estrictos protocolos de higiene y prevención, como decíamos. Cuatro meses sin un solo sobresalto, sin ninguna alarma. Deberes, lecturas, exposiciones, estudio… todo en grupo, apoyándonos en el compañerismo y la alegría de volver a estar juntxs.

Fomentando la lectura entre lxs menores, hemos podido comprobar que sus ganas de soñar no solo no han resultado heridas, si no que se han incrementado en términos de color, amplitud y fantasía.
Las niñas y niños de hoy llevan dentro un mundo nuevo que enloquece por salir a mostrar la nueva mirada del mañana.
Actividades como “El árbol de los sueños”, con motivo del Día de la infancia, puso de manifiesto muchos de sus deseos, los cuales quedaron a la vista de la ciudadanía colgando de algunos árboles del parque donde desarrollamos la actividad.Entre dichos sueños, podríamos destacar el reiterado “que se vaya el coronavirus”, pero también “juguetes infinitos” y, sobre todo, un alentador “estudiar medicina”. Sobran las palabras

Otra actividad a destacar fue la realizada el Día de la familia, en la que los menores dibujaron a sus familiares dentro de una casita hecha con papel y palitos, curiosamente, médicos (los típicos depresores linguales de madera). Así como la colaboración entre centros escolares y equipos de diversos proyectos acogidos por la entidad en relación al Día del medio ambiente, que culminó con la realización de un gran mural exterior en el CEIP Juan González.
Cabe destacar, finalmente, la importancia de la vuelta al juego físico y a los sencillos juegos con agua tras la llegada del calor; mientras viejos juegos como la comba, el parchís, la oca, el bingo, el tres en raya, el reloj o el escondite nos han traído a la conciencia que, cuando el tiempo en compañía se vuelve importante, esencial, no importa la envergadura de lo hecho. Lo trivial se torna indispensable.

Esta vuelta a la “normalidad” ha servido para recobrar la confianza y la certeza de que los momentos más duros están hechos para crecer. Goethe dijo hace tiempo que “el talento se cultiva en la calma y el carácter en la tempestad”.
Desde el equipo solo nos queda agradecer a las familias, a los/las menores, a la Fundación “la Caixa” y a todas las entidades participantes en la Red el esfuerzo que han realizado durante este curso.